Pedro Villar
Yo, que alguna vez fui niño
y cuando escribo lo soy para ti
que quise ser pájaro, canción y nube,
que escuché el canto de mi madre,
que noté temblar la voz de mi abuelo
en sus rodillas ancianas,
sentí un día que los sueños se quiebran,
que la vida es frágil,
tan frágil...
No importa si estas palabras
que ahora digo no entiendes.
Escucha los ecos,
los rumores del mar.
Déjate mecer por sus olas.
Todo lo que nombre
será tuyo algún día.
Hoy, en esta ausencia,
desde la playa y el aire
espero descubrir el mar
creer en tus labios
sentir a los pies de la aurora
por qué naufraga un poema
por qué se ahoga una ilusión.
Desde cuándo y desde dónde
se apaga la vida
y me acerco a su corazón de espuma
inclino el oído
y vuelvo a escuchar esas voces,
los cantos, los susurros,
e imagino
que a lo lejos
reflejada en sus aguas,
tiembla, todavía,
la voz de un niño.