Príncipe de los Mirlos
Cuentan que un mirlo atrevido
surcó los confines del bosque,
llegó a un mar extraño y prohibido
de tesoros y galeones.
Entonó orgulloso su canto
y esparció mejunje de plata
y encantó con danzas y bailes
a necios de un barco pirata.
Se colgó en un mástil de fresno,
extendió sus velas de organza
y pintó de azules el barco
y de añiles tanta distancia.
Cambió el rumbo al infinito
por la ruta hacia su casa,
a su bosque y a su charca,
a su luna entera y blanca.
Y a la gente de aquel barco,
los piratas con casaca,
los pintó con acuarelas
del color verde de su alma.
Y a aquel barco tenebroso,
con su calavera negra,
le colgó cientos de orugas
y ramas de madreselvas,
para que su olor llenara
cada tronco, cada senda.
Ya está el mirlo en su ventana,
y ya entona sus poemas,
y con ilusión contempla
de aquel bosque su grandeza.
surcó los confines del bosque,
llegó a un mar extraño y prohibido
de tesoros y galeones.
Entonó orgulloso su canto
y esparció mejunje de plata
y encantó con danzas y bailes
a necios de un barco pirata.
Se colgó en un mástil de fresno,
extendió sus velas de organza
y pintó de azules el barco
y de añiles tanta distancia.
Cambió el rumbo al infinito
por la ruta hacia su casa,
a su bosque y a su charca,
a su luna entera y blanca.
Y a la gente de aquel barco,
los piratas con casaca,
los pintó con acuarelas
del color verde de su alma.
Y a aquel barco tenebroso,
con su calavera negra,
le colgó cientos de orugas
y ramas de madreselvas,
para que su olor llenara
cada tronco, cada senda.
Ya está el mirlo en su ventana,
y ya entona sus poemas,
y con ilusión contempla
de aquel bosque su grandeza.