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sábado, 24 de abril de 2010

Mírase no espello, de Antonio García Teijeiro


De Rima y Vuelta


Poesía para niños de España y América


Con poesía de:

Anabel Sáiz Ripoll   María Rosa Serdio   Pedro Villar

ARGENTINA   ESPAÑA   MÉXICO   URUGUAY



MMX

Imagen: Mariposas. Zambrana.

Mírase no espello


Antonio García Teijeiro

Mírase no espello,
con todas as cores
unha bolboreta
que viviu nas flores.

Mírase fermosa
Mírase belida 
tan chusca
tan leve 
tan chea de vida.

Sobe 
 e baixa
e sobe

diante do espello.

El está ben canso
e séntese vello.

E séntese triste 
ao vela voar. 
Linda bolboreta, 
non te mires máis.

viernes, 23 de abril de 2010

Flores de Rima, de Aurelio González Ovies en el Día del Libro


De Rima y Vuelta


Poesía para niños de España y América



Con poesía de:

Anabel Sáiz Ripoll   María Rosa Serdio   Pedro Villar

ARGENTINA   ESPAÑA   MÉXICO   URUGUAY



MMX

Imagen: Mariposas. Zambrana.

Flores de Rima


Aurelio González Ovies

A María
le gustaría
que fueran
páginas
todos los días
que fueran
versos
todas las horas
todas las nubes
todas las vistas.
Que en la solapa
de su camisa
llevara el tiempo
flores de rima.

miércoles, 21 de abril de 2010

Un libro para el Día del Niño: para leer, para mirar, para escuchar poesía


De Rima y Vuelta


Poesía para niños de España y América


Con poesía de:

Anabel Sáiz Ripoll   María Rosa Serdio   Pedro Villar 
Jorge Luis Peña Reyes  Príncipe de los Mirlos



ARGENTINA   CUBA   CHILE    ESPAÑA   MÉXICO   URUGUAY



MMX

Imagen: Mariposas. Zambrana.

De Rima y Vuelta



De Rima y Vuelta es una selección de la más nueva y fresca poesía para niños que se está escribiendo actualmente en España y América.

Los autores de estos poemas son en su mayoría educadores, están en contacto con la materia prima que provee el hecho poético en la creación para niños: con los pequeños.

Y todos tienen algo en común: no reniegan de la tradición poética, al contrario, acuden a ella como a una fuente segura que proveerá las metáforas, las palabras melodiosas y la magia que siempre agradecen los niños.

La poesía verdadera no se detiene en nacionalidades ni fronteras.

La niñez, dijo Jorge Guillén, es una fábula de fuentes.

De Rima y Vuelta, Poesía para Niños de España y América.

Una fábula de fuentes y una sola nacionalidad: la poesía.

María García Esperón

Abre sus tapas, deja que el libro...


Abre sus tapas,
deja que el libro se desperece poco a poco,
que estire sus hojas
que dibuje senderos para poder caminar por él.

No tengas prisa…..
dale tiempo a las palabras
que hay en su interior
para que salgan de sus páginas
y se queden a tu alrededor,
revoloteando en el aire
cual mariposas inquietas
que buscan la flor más hermosa,
el néctar más dulce.
 
Síguelas con la mirada,
juega con ellas
haz piruetas
y así, sin apenas darte cuenta,
sin ni siquiera haberlo soñado
el tiempo habrá  pasado,
el libro se habrá  estirado tanto
que cabes dentro de él.
¡¡Pura magia!!
Magia blanca,
sin trucos ni artificios,
sin 3D, ni efectos especiales.
¡¡Pura magia!!
Solo tú lo has hecho posible.
Solo en ti está el poder
de preferir leer
y despertar las realidades de papel
que duermen en estos poemas.

Versos de ida y vuelta
rimados al compás de la amistad,
versos encontrados
o descubiertos
al abrir la puerta
de cada uno de nuestros “aquí”,
versos hechos
de mirada y de voz
para celebrar a los niños
no solamente en abril
sino siempre
versos desde nuestro hondo
compromiso con la niñez.

Asunción Carracedo
y autores de Voz y Mirada
Argentina   España   México   Uruguay

Muy negros sus ojos


Antonio García Teijeiro

Muy negros sus ojos.
Muy rojo el vestido.
La tarde en silencio
se muere de frío.
Se muere de frío.
Se muere de pena.
La tarde callada
nos canta serena.
Nos canta serena
que un día de enero
un sol muy cansado
se quitó el sombrero.
Se quitó el sombrero
sin decirle nada.
La dejó sin sueños
triste y olvidada.
Triste y olvidada
sin la luz del sol,
con los labios secos
y sin su calor.
Negros son sus ojos.
Muy rojo, el vestido.
La tarde despacio
se muere de frío.



viernes, 9 de abril de 2010

El viejo molino



Antonio García Teijeiro

A don Antonio Machado 

La tarde caía.
La rueda giraba
y el viejo molino
andaba en el agua.
Con pasos cansados
cantaba canciones,
decía palabras,
buscaba ilusiones.
Saltaba la espuma
y el agua reía.
La rueda giraba.
¡Qué dulce armonía!
Y un pájaro verde
allí se posó
y el viejo molino
por señas le habló.
Le habló de las fuentes.
Le habló de la yedra.
Le habló de los ríos.
Le habló de las piedras.
El pájaro verde
callado escuchaba
y el viejo molino
por señas le hablaba.
Le hablaba y le hablaba
hasta que calló.
El pájaro, entonces,
de allí se marchó.

martes, 6 de abril de 2010

Que ocorre na terra





Antonio García Teijeiro

Non hai follas verdes
nin perlas no mar,
areas nas praias
nin ondas de sal.
Xa non fuga o vento
nin voa o pardal.
As flores non medran
nin quenta o verán.
As árbores perden
as pólas sen máis
e nos amenceres
o sol non está.
As nubes no ceo
están a falar,
e a lúa na noite
non quere alumar.
¿Qué ocorre na terra?
¿Qué ocorre, rapaz?
Se son pesadelos,
eu quero espertar.

Cigüeñas


Beatriz Berrocal

Mira, niño, mira el cielo:
han llegado las cigüeñas
como todos los febreros.

Buscando climas mejores,
que no hay en otras tierras,
las cigüeñas se asentaron
en la torre de la iglesia.

Recogen palos y ramas:
están haciendo ya el nido.
Y pronto será la casa
para albergar a sus hijos.

Primero pondrán los huevos
a los que darán calor.
Después nacerán las crías
y todo será mejor.

-Mamá, ¿y si llueve mucho
su mamá les tapará?
¿Y si no tienen paraguas
las crías se mojarán?

-No, cariño, eso no pasa.
Las cigüeñas con sus alas
cobijarán todo el nido
y cuidarán de sus hijos
como cuando yo te cuido.

Después, cuando pasa el tiempo,
las crías vuelan del nido,
como vuelan de las casas
los hijos que ya han crecido.

-No, no, yo no volaré nunca.
Yo estaré siempre contigo
y veremos cada año
las cigüeñas y sus nidos.

La madre besa su frente.
El niño queda dormido
La cigüeña, con las ramas,
sigue construyendo el nido.

lunes, 5 de abril de 2010

Mi negrito


Mónica Gudiño

Tengo un negrito tan primoroso,
dulce capullo de miel silvestre
tan oscurito y tan delicioso
que no parece un niño terrestre.


Él parpadea y son sus ojitos
como fueguitos artificiales,
que abren las puertas del infinito,
porque son puros como cristales.


Noches sin luna y de etiqueta
visten su cuerpo de terciopelo
porque acurrucan su alma veleta
que dormidita bajó del cielo.


Es su semblante rosa profundo
como las uvas bien maduritas.
Es un milagro que para el mundo
han esculpido gnomos y haditas.


Es su boquita ese cofrecito
celosa guarda de un gran tesoro:
las dos perlitas por dientecitos,
y esa sonrisa que tanto adoro


Sueña mi negro su dulce sueño,
libre de guerras y de cañones
donde la leche no tiene dueño,
y no hay color en los corazones.


Es mi negrito ciruela y pasa,
un angelito entre mis manos
que nada entiende sobre las razas,
y es torbellino de amor humano.


Construiremos mi tierno niño
un mundo lleno de cosas bellas,
para que siempre brille el cariño
con el fulgor de un millón de estrellas.

Sombrerito de viento


Mónica Gudiño

El cielo me ha regalado
un sombrerito de viento
que está llenito de voces
cosechadas por el tiempo.

Al hombro de mi flequillo
viajan como en un cuento,
y en el lago de mis ojos
se amamantan de silencio.

Unas corren a mis labios
como peces alocados,
para contar lo que callan
niñitos enamorados…

Otras saltan a mis manos
como rayos transparentes,
lustrando de sensaciones
el corazón de mi gente.

Y algunas quedan girando
con el trompito del alma,
jugando este sueño eterno
de mi alfabeto con alas.

domingo, 4 de abril de 2010

Violeta


María Rosa Serdio

Violeta del lirio
violeta la flor
violeta la tarde
violeta el dolor.

Verde


Aurelio González Ovies

No gastemos el verde.
¿Quién nos haría entonces aceitunas
cómo podrían criarse las orugas,
de qué iban a vivir los campesinos,
y los grillos, volverían en mayo
a dar conciertos?

Verde claro. Verde oscuro. Verde verde
verdadero.



Azul


Aurelio González Ovies

Llévame hasta la mar, madre, llévame hasta la mar;
dicen que es muy azul
tan azul como tus gestos cuando me miras,
como el tic-tac de los relojes,
como tus sueños cuando me duermes,
como un príncipe encantado, como la magia.

Negro



Aurelio González Ovies

Negro.
Pero puedo ser dulce como las moras
muy maduras.
Puedo ser tierno como un arándano;
no siempre coloreo las malas
circunstancias,
ni los monstruos, ni el miedo.
Nadie es nunca lo mismo para siempre.

Rojo


Aurelio González Ovies


Buscaba el rojo que se difuminara
con el rojo que tiñe tu belleza,
con el rojo que almuerzan los tomates,
con rojo sarampión, rojo frambuesa.
Y ya ves, a uno nunca sucede nada
seguro,
yo buscaba y buscaba
y tú... rojo, mi rojo
sobre la roja carne de una simple cereza


Naranja


Aurelio González Ovies


Naranja son los últimos deseos del
otoño,
naranja las caretas de noviembre y los
árboles,
naranja son los pétalos de alguna
margarita
y naranja el uniforme de muchos
gusanos.
No imagino una ardilla sin naranja,
¿y ustedes? piensen sin el naranja
en una mandarina, en una sopa de ajo,
en un planeta.


Amarillo




Aurelio González Ovies


La luz de nuestras casas es de noche
amarilla,
las estrellas nos guiñan su pena en amarillo,
la infancia es amarilla cuando usa
flotadores,
y amarilla es la cofia de algunos tulipanes,
un campo de mostaza, las esponjas,
la cintura del plátano, la espiga,
la fama del aceite y los abrigos.
Todo puede ser nada, todo o amarillo.


Blanco


Aurelio González Ovies


Nube. Nieve. Azucena.
Hablo en blanco y parezco el silencio.
Sin mí se quedarían huérfanos la leche
y el arroz,
poco favorecido el oso panda.
Blancanieves sin nombre,
las peladillas desnudas,
más tristes muchos cuadros
los pingüinos monótonos
y la luz no podría ser tan clara.


Aires de Don Aire


María García Esperón

Cuando Don Aire se asoma
a mirar trozos de cielo
del cielo que tiene sombra
le llueven los sentimientos.
Se pone la gabardina,
se quita el aburrimiento.
Lo aroma la brisa tibia,
lo envuelve el olor del verso.

Se lo lleva la brisa
con alegría
y en el pelo le deja
sus maravillas.

El hombre de los helados
le ofrece su mercancía
le pone en los labios gotas
de amaranto, de alegrías.
Obleas que dicen historias,
barquillos que no navegan
galletas heladas, romas,
bocados de la sorpresa.

La mirada del otro


Asunción Carracedo

Tu mirada, en mi mirar.
Limpia, profunda,
penetrante, brillante.

Tu sonrisa, en mi alma
siempre dibujada
grande, muy grande
radiante.

Tu amor, en mi corazón,
puro, sencillo
sincero,
expectante.

Todo tú...
en mi ser.

Soy el Sol


Asunción Carracedo y Mónica Gudiño

Si tú eres luna, niña,
yo soy el sol
que anida gorriones
en tu corazón.

Si tú eres nube, niña,
yo soy el sol
que acaricia tu cuerpo
de blanco algodón.

Niña, yo te digo
que soy el sol
que calienta tu rostro
asomada al balcón.

Porque eres mi sol
quiero ser la lluvia
que enrula tu alma
en cada rincón.

Quiero ser cigarra
prendida en tus flecos
y dejar mi canto
dormido en tu pecho.

Quiero ser viento
despeinar tus sueños
y también la estrella
que te peine luego.

Porque eres mi sol
quiero ser ocaso
que en nubes naranja
te exprima de abrazos.

Ay, porque eres mi sol
quiero ser la aurora
que lustre en mis ojos
la sombra que añora.

Quiero ser la diosa
que corone en vuelo
la ilusión sin dueño
trenzada en tu pelo.

Porque eres mi sol
mi amanecer primero
desnudé mi alma
vistiendo un te quiero.

Ay, niña,
yo soy el sol que buscas
en la mañana clara
de tu ventana
en la tarde paseada
bajo tu mirada
en el silencio roto
de tus noches veladas.

Porque soy el sol
en los acordes de una guitarra
en los brazos de la tierra
en las voces de los hombres
y las palabras de amores.

Ay, niña, tú me buscas
y soy el sol
de los senderos del camino, niña
el polvo en la dura piedra
soy.

De los montes, prados y valles
la brisa en la verde hierba
soy
de las hojas de los árboles
brillo en cada gota de rocío.

Ay, quién soy niña.

Sol y luna
luna, brisa del viento
cigarra y canto
estrella y brillo
luz del ocaso
aurora y cielo
de terciopelo.

Yo, yo soy el sol, niña
y soy el amigo
el olvido
y la ausencia, niña
y también el adiós en tu despedida.

Comprando poemas


María Rosa Serdio

Para ti que cocinas versos gustosos

Con carrito nuevo
me voy a la compra.
Necesito magia
para hacer mi sopa.

Me voy al mercado
con paso ligero.
Llevo mi varita
en el monedero.

Me acerco, sonrío,
saludo al tendero.
Él suele guardarme
secreto y misterios.

Me tiende un paquete
que recetas guarda.
Tiene letras tiernas
y dulces palabras.

Cuando vuelvo a casa,
el carrito lleno,
regreso cantando
y soñando en verso.

Tigres de la otra noche



María García Esperón


Escondido.
Agazapado entre las flores.
Soñoliento.
Coronado de rosas.
Rey en su jardín,
oculto por sus rayas.
El tigre de la alfombra
sabe que es mirado
solamente por mí.

La luna naranja


Asunción Carracedo

De luna mi casa hecha:
blancas las paredes
las ventanas azules.

De luna mi casa hecha
para que tú vivas en ella.

Enredaderas de sueños
trenzo con mis manos
hasta llegar a su lado.

Con sus cálidas tonalidades
de un nuevo color tiñen
mi casa, de luna hecha.

Naranja las paredes blancas.
Naranja las ventanas azules.
Naranja los cuentos que guardo
en mi casa de luna hecha.

¿Quieres que te lea un rato?

Lagrimita de luna


Asunción Carracedo

Una lagrimita escondida
dice el viento que tiene,
desde hace tiempo,
la luna

y en un bolsillo
de su blanco vestido
bien dobladita
toditas las noches
ella la guarda.

Penita de amores
dice el viento que tiene
desde hace tiempo,
la luna

tendida al sol
de su corazón.

Los niños sabemos
que el sol no puede
secar penitas de amores,

"mejor será que todos
a la luna
mil besos le enviemos
en una caja
de caramelos”

Dice el viento
desde hace tiempo
que la luna guarda
en un bolsillo
de su blanco vestido
una lagrimita escondida
y mil besos de caramelo
que le hacen compañía
de noche
y también de día.

Mi niña llora



Anabel Sáiz Ripoll

Mi niña llora que llora,
mi niña está llorando.
Dame mis zapatos pronto
y mi gorra marinera,
la blanca con la estrella.
No demores mi marcha
que la luna va a salir.

Deja de llorar mi niña
que si quieres, te bordaré
un ancla con hilo de plata
en tu gorra marinera;
pero no quiero que te vayas
porque te perderías en la mar.

¿Qué sería de mí, mi niña,
cuando la noche llegara?
¿Qué sería de mí, mi niña,
convertida en sirena salada?

Lidia



Aurelio González Ovies

Hazme magia otra vez
-me pide Lidia.
Y con cerrar los ojos como hace el sueño,
con coserles dos alas a los deseos,
nos despierta en las manos toda la vida:
Una veces con uvas de nuestro huerto,
llenamos garrafones de fantasía;
otras veces con hilos que quedan sueltos
repasamos palabras descosidas.
Y alguna tarde que otra cuando hace viento
vamos hasta lo alto de una sonrisa
y lanzamos cometas con pensamientos
de los mismos colores que la alegría.
Sigue haciendo magia,
-repite Lidia.

sábado, 3 de abril de 2010

De la jaula del suspiro


María García Esperón

De la jaula del suspiro
se me escapó una paloma.
Yo bordaré en un pañuelo
el nombre de su persona.

Por el mar del suspiro
de contrabando
una pena muy blanca
viene cantando.

En la plaza del aire
siete laureles
trenzan nardos y azahares
por si tú vienes.

Luna en febrero


María Rosa Serdio

Blanca, redonda
sobre el tejado.
Queso de nata,
fulgor helado

Plana, sonriente
sobre las cumbres.
Moneda nueva,
tutú de nubes

Mojada, libre
sobre las aguas.
Bolso de nácar,
rueda de enaguas

Blanca, la luna,
lleva luceros
como zarcillos
cada febrero.

¿Jugamos a libros?



Beatriz Berrocal

¡Mamá! ¡Mamá!
¿A qué jugamos?
¿Sacamos el Scalextrix?
¿O mejor nos disfrazamos?

Es que me estoy aburriendo.
Tengo ya tantos juguetes
que me he cansado de verlos.

¿Y si jugamos a libros?
¿Vale que mis muñecos
lo pasan muy divertido?

Les podemos enseñar
lo que tú me has enseñado:
que abriri un libro es...
¡soñar!
Es conocer osos, magos
brujas, duendes
que no te puedes perder.

Hay mil historias dormidas
entre las hojas de un libro
esperando ser leídas.

Y la tarde será estupenda
si leemos un buen cuento
mientras tomo la merienda.

El niño en su casa del árbol de la vida



Marco Aurelio Chavezmaya

Mi oficio es ser niño preguntón.
Y pregunto al barro, al silencio,
al aire del huerto y a la luz del fuego.


Un universo en el puño de mi abuelo.
¿Forjan sus manos canciones de barro y agua
o encienden una memoria que levanta el vuelo?


Cuando sea cumpleaños de la Tierra,
¿qué le regalaré en su día?
Una paleta de limón,
fría, fría
y gigantesca,
G I G A N T E S C A,
Porque dice la maestra
que la Tierra se está calentando
y tiene en sus polos mucho calor.


La imaginación
es una abeja
encerrada
en el panal
de mi cabeza.


Dice mi abuelo
que todos despertamos
con labios de piloncillo.
Pero que eso,
y sólo eso,
nada más lo saben
las niñas y los niños
que se dan un beso.


La ciudad también florece
y se llena de frutos verdes:
niños lavadores, danzantes aztecas,
niños dragones, mimos de semáforo.


Los frutos verdes y amargos
cuelgan solos en la calle.
¿Buscan su árbol perdido?


Poemas pertenecientes al libro ganador del Premio Hispanoamericano de Poesía 2009.

Pequeñas cosas


Carlos Marianidis

Lo conocí en la escuela. Nos prestamos la infancia,
el banco, los recreos, el sol del mediodía,
los vuelos del regreso a su casa, a la mía
y compartimos tardes de olímpica vagancia.

Jugar durante horas, aun cuando llovía,
mirarnos con un gesto de estudiada arrogancia,
lanzarnos mil abrojos con cruel beligerancia
y pedazos de tierra hasta que anochecía.

Tirarnos en el suelo y sentir la fragancia
de la menta aplastada... Y ahora, a la distancia,
me pregunto por qué no guardé de algún día
un puñado de abrojos de los tantos que había,
o un trébol, o un cascote con marcas de alegría.

Era mi amigo. El resto, no tenía importancia.

El tren del adiós


Ana Romero

El tren del adiós
puede ser un hasta luego
un para siempre
un ya vendrá.

El tren del adiós
es espalda que se aleja
cinco lagrimones malparados
y el beso verde del ya jamás.

Sus vagones no te guardan
caramelos
no sientan los posa-risas
se mueven hasta el final
se llevan lo tan querido
y a veces
lo que hace mal.

Pero los trenes del adiós
también tienen sus ventanas
sus salidas
sus retornos cambiavías
sus rieles con un final.

Los retornos van pegados:
¿los comienzos?
Un final.
¿Los finales?
No están hechos.

Con tu grito
y un silbido
el tren puede
regresar.

con tu grito y un silbido
el tren puede regresar

Bolsita


Mercedes Calvo

 Esta bolsita me sirve
para guardar las estrellas
el patio de los naranjos
la campana de la iglesia
los días de la semana
y una monedita nueva.

Pero no me sirve, no,
para guardar la tristeza.

Esta bolsita la quiero
para llevarla a la escuela
con lápices de color
la piedra de la rayuela
toda la tabla del dos
y el dulce de la merienda.

Pero no la quiero, no
para llevarme una pena.

Bolsita de caramelo
trapito multicolor
ere chiquita chiquita
como un granito de arroz
pero cabe todo el mundo
todo el mundo en tu interior.

Canción del niño marinero


Anabel Sáiz Ripoll

-Abuelo, yo seré marinero.
-No, mi hijo, sé, tal vez, panadero.
-Padre, yo voy a ser marinero.
-No, mi hijo, sé, como yo, buen herrero.
-Madre, quiero ser marinero.
-No, mi hijo, sé, como José, carpintero.
-Mar, hoy ya soy marinero.
-Sí, ven, aquí tienes tu velero.

Alguna vez fui niño


Pedro Villar

Yo, que alguna vez fui niño
y cuando escribo lo soy para ti
que quise ser pájaro, canción y nube,
que escuché el canto de mi madre,
que noté temblar la voz de mi abuelo
en sus rodillas ancianas,
sentí un día que los sueños se quiebran,
que la vida es frágil,
tan frágil...
No importa si estas palabras
que ahora digo no entiendes.
Escucha los ecos,
los rumores del mar.
Déjate mecer por sus olas.
Todo lo que nombre
será tuyo algún día.
Hoy, en esta ausencia,
desde la playa y el aire
espero descubrir el mar
creer en tus labios
sentir a los pies de la aurora
por qué naufraga un poema
por qué se ahoga una ilusión.
Desde cuándo y desde dónde
se apaga la vida
y me acerco a su corazón de espuma
inclino el oído
y vuelvo a escuchar esas voces,
los cantos, los susurros,
e imagino
que a lo lejos
reflejada en sus aguas,
tiembla, todavía,
la voz de un niño.

Cada noche la luna toco


Asunción Carracedo

Cada noche la luna toco
Cada noche, la luna toco
con la punta de mis dedos.

Cierro los ojos,
los dos ojos cierro
que la luna se enfada
si le hacen trampas,
y abro los sueños.

En mi cama, a la luna,
a mi lado, le hago un hueco.

Yo me pregunto:
¿tendrá frío la luna?
¿y miedo?

Yo no quiero
que la luna esté solita,
ay, pobrecita,
del cielo colgada
en la noche oscura,
hasta la madrugada.

Que me da pena,
penita,
la luna,
pobrecita,
ay,... tan solita.

Luna, lunita
te dejo mi almohada
de seda bordada,
que tus cabellos de plata
se enreden entre las sábanas
de mi alma blanca.

Luna, lunera
que no te de verguenza
entra por la ventana.
¡Corre, ven ligera!

Te dejo mis cuentos
llenos de amigos,
y te leo un ratito
hasta que venga el sueño
a hacernos compañía,
hasta que llegue de nuevo
la luz del día.

Martes de enero



María Rosa Serdio

El viento sur se la lleva
por los senderos del agua.
La nieve llora en silencio
y hace música en la cancha.

Llora el ciprés, llora el sauce
con sus lágimas de nata.
Llora el tejo con su manto
de armiño y de porcelana.

Y los niños juegan, raudos,
porque su nieve se escapa.
Suben y bajan al puerto
de la nieve amontonada.

Viene el carbonero y pica,
picando está ya en la rama
del espino que traerá
nueva nieve a la ventana.

Y llegan los Reyes Magos,
retrasados por su causa,
y los niños de mi clase
buscan gangas de rebajas:

calcetines de colores,
nubes de algodón y plata,
canciones al dos por uno,
y porcentajes que atrapan...

Y miran crecer su cuenta
mientras la nieve se escapa
subiendo en alas del viento,
viento sur, tras la ventana.