El Príncipe de los Mirlos
En las tardes de diciembre
junto al fuego, en la cocina,
todos juntos se entretienen
con la abuela Carolina.
Ella amasa mil recetas
de dulce aroma a rosquillas
que su abuela le enseñó
cuando sólo era una niña.
Mientras tanto cuenta historias,
toda ella llena de harina,
de tristes guerras, amargas,
que ella, con penas, olvida.
Y de un salto la rodeo
y ella ríe y se arrodilla
y con luz en su mirada
me da un beso en la mejilla.
Pasa rápido el invierno,
diciembre viaja deprisa,
mi abuela llena las tardes
con su olor a manzanilla.