Asunción Carracedo
Rebeca sonríe, ríe
y
escribe su nombre
en los renglones del aire.
Seis letras, seis,
todas mayúsculas
todas vestidas de fiesta.
Seis letras trazadas
con mano diestra.
Rebeca pinta
cuatro estrellas
y
una mariposa
GRANDE-GRANDE
y
de colores...
Siete, o tal vez, sean diez
los colores
que revolotean, juegan
y se deslizan por las paredes
de la biblioteca.
Rebeca pinta
y a cada pincelada
le brilla la mirada,
los ojos, la boca
Y
tooooda la cara.
Se nota que tiene
alegre el ALMA
y
le suenan las manos
a cascabeles
y
a rumor de aguas
que discurren
por el río de la infancia.
Rebeca sonríe,
siempre ríe.
Dulce melodía,
y
vaiven agitado
en un columpio de papel.
Rebeca me mira
y
al mirarla yo,
con un pícaro guiño
en un susurro
casi un silencio,
me cuenta un secreto:
“Dice que tiene extraños poderes
y
todo lo que mira y toca
se transforma.”
La mariposa
en la hoja pintada,
GRANDE-GRANDE
y de colores,
del papel se escapa.
Libre ya de ataduras
y tinta,
alza el vuelo
y prende el aire
de SUEÑOS
en los ojos abiertos
de una tarde perfuma
de primavera
en la capital leonesa.