Aurelio González Ovies
Es una hora meiga.
Es una hora bruja.
Cerramos el mundo
y a nuestra burbuja.
No es porque sea fea,
o tenga verrugas,
o vuele en escoba,
o huela a tozuda.
Allí cocinamos
sopa de petunias
requemamos sueños
con versos y azúcar.
No es a media tarde
tampoco a la una,
es como a caballo
del siempre y del nunca.
Pero es un secreto
nuestra hora bruja,
es una hora vieja,
una hora mayuca.
En ella nos caben
la tierra y la luna
y armarios repletos
de viento, de bruma.
Miles de recetas
para travesuras
y cientos de planos
con mágicas rutas.
Subimos a montes,
cruzamos llanuras
y está prohibido
que nadie se aburra.
Nada de tristezas,
ni mentira alguna;
nada de enfadarse,
en la hora bruja.
En ella no hay prisa
ni penas ni dudas
ni miedo ni sustos
ni gripe ni culpas.
Procura encontrar
también tu hora bruja,
también tu hora bruja,
es como un jarabe
que todo lo cura.